domingo, 7 de octubre de 2012

El Vesubio (Nápoles)



Muy probablemente sea el volcán más famoso del mundo, en gran parte por la primera erupción de la que tenemos noticias documentadas, la del 24 de agosto del año 79, en la que sepultó entre otras a la próspera ciudad romana de Pompei. 


El Vesubio se levanta a escasamente 9 kilómetros de la ciudad de Nápoles, lo que le convierte en la actualidad en uno de los volcanes más peligrosos del mundo, está activo y en sus alrededores viven más de 3 millones de personas.

Desde Nápoles no es nada complicado llegar a él. Bastará con tomar la Circumvesuviana, un tren que sale de la  Estación Central de Piazza Garibaldi y que recorre toda la zona costera hasta Sorrento. Habrá que subirse en el tren de Nápoli-Sorrento y bajarnos en la estación de Ercolano Scavi. Este será precisamente el mismo recorrido que tendremos que hacer si queremos ver la segunda ciudad más importante que sepultó el Vesubio, Ercolano.

El Vesubio visto desde la antigua ciudad romana de Ercolano

Nada más salir de la estación nos encontraremos con diferentes compañías de Taxis que te llevan hasta prácticamente la cima del volcán. A nosotros nos cobraron 18 euros por persona, 10€ por el taxi y 8€ que vale la entrada al Vesubio. Estad atentos porque el precio lo pueden variar los taxistas según las circunstancias. 

Nápoles al fondo


En el caso de José Antonio Encinas y Sara Dorado, al llegar a Nápoles en un crucero, tuvieron más sencillo visitar el Vesubio gracias a una visita organizada. 

Sara Dorado al inicio de la subida


En cualquier caso lo recomendable para comenzar bien la ascensión, una caminata de menos de media hora a ritmo tranquilo, es tener un buen calzado, deportivos a ser posible, y abastecerse de agua para hidratarse bien. 




Nosotros subimos en pleno agosto, después de haber visitado temprano las ruinas de Ercolano, sobre la 1 de la tarde, y con un sol de justicia, pero con crema solar, agua y una gorrita, no fue complicado. 




José Antonio y Sara subieron en el mes de octubre, ya con menos calor, pero con bastante sol, y es que hay que tener en cuenta que Nápoles es la segunda ciudad de Italia con más días de sol.


Al inicio de la subida os encontraréis a unos napolitanos que por 1€ os dejarán un bastón de madera para ayudaros en el trayecto, nosotros no lo usamos, pero José Antonio, al no poder llevar el suyo que tiene en Olivares, si que lo cogió.
Los primeros tramos son muy serpenteantes, con una tierra de polvo volcánico que os hará resbalar en ocasiones, de ahí lo bueno del bastón, pero nos aliviarán las preciosas vistas que podremos ver a lo largo de la caminata, más espectaculares cuanto más altura ganemos.


En la cima, a unos 1281 metros de altura podremos recorrer el impresionante cráter, en la actualidad en reposo, si bien de vez en cuando hay alguna pequeña actividad no peligrosa, como salida de vapores de azufre, como se ve en las fotos de debajo, que hizo Jose Antonio en octubre de 2011.




Las vistas son inmejorables, a un lado el cráter y al otro el golfo de Nápoles. Podemos ver toda la ciudad de Nápoles, la costa hasta Sorrento y la bonita isla de Capri.

El cráter del Vesubio




La costa de Sorrento, con la isla de Capri a la derecha

Para la bajada os recomiendo tomar en uno de los varios puestos que hay un granizado de limón natural, y sin azúcar, para refrescaros de cara a un descenso que es mucho más ameno que la subida.
Dependiendo de la época en la que visitéis el Vesubio y las actividades de este, el olor a azufre puede ser más o menos intenso. En nuestro caso, en agosto, sólo percibimos ese olor junto a las taquillas de entrada, en la zona del aparcamiento, después en la subida ni rastro.